R. GORDON WASSON,
UN BANQUERO SINGULAR

Amigos y Maestros
José Antonio Muñoz Rojas
Pre-textos, Ed.

    Presentamos a continuación un capítulo del libro Amigos y maestros, de José Antonio Muñoz Rojas, editado por la editorial Pre-textos. Se trata de una breve semblanza del banquero y etnomicólogo R.G. Wasson, realizada a partir de sus visitas a España durante los años sesenta, cuando compareció por aquí en calidad de representante de la empresa en la que trabajaba y a la vez para contactar con el poeta Robert Graves, que residía en Deià, en Mallorca.
    Este texto nos fue facilitado por
Juan Carlos Usó Arnal, bibliotecario y historiador, autor de los libros Droga y cultura de masas (España 1885-1985), y Spanish Trip.



    Se presentó modestamente un día en el Banco Urquijo. Era un vicepresidente de la Banca Morgan -todavía sin amalgamientos desfiguradores- (algún banquero me diría salvadores). Era un hombre moreno, bajo, hablaba un excelente castellano con dejes literarios. Distaba, a las primeras de cambio, del tipo de banquero usual. Claro que hablaba de créditos, de operaciones, de estrechos lazos, de posibilidades de colaboración, de similitud entre nuestras dos casas, negocios familiares de solera. No pasaba de largo, o estúpidamente, por los cuadros o los muebles notables del Banco, y aunque no dijese nada, su silencio era lo bastante elocuente para notar hasta dónde llegaba su interés, o su belleza. O dejaba caer una frase que nos aseguraba de su percepción y sensibilidad. Su conversación era lenta y se le notaba que, tras los asuntos profesionales, había otros intereses, una vida propia y distinta de aquella que nos lo traía como vicepresidente del Morgan (entonces, insisto, sin la añadidura del Guaranty) a hacer negocio. Negocio que, claro, se hacía o no se hacía, pero que al menos establecía las posibilidades de hacerlo alguna vez.

   Juan Lladó y yo comentábamos que este Gordon Wasson tenía que ser algo más que un vicepresidente, representante de la Morgan. Pero en aquellos primeros encuentros apenas nos atrevíamos a romper la formalidad y el rigor del estricto trato bancario. Hasta que un día y tras el primer intercambio de impresiones (parece que aumentan las posibilidades, España es un país con futuro, nuestra disposición es inmejorable, podríamos llegar a una colaboración más estrecha), como le invitáramos a una comida en el Banco y le rogáramos que nos sugiriese personalidades económicas o financieras, nos dijo:

    - Por Dios, no, don Juan, yo quiero conocer y estar con otras gentes, siquiera por esta vez.

    Se le veía el ahogo de comida tras comida con los mismos perros con poco distintos collares. Las mismas frases hechas y lo mismo, en la mayoría de los casos, de nada para nada.

    - No, por Dios, don Juan.
    - ¿A quién le gustaría que invitásemos?
    - Gentes de letras, artistas. Quizá yo podría contarles alguna de mis experiencias en el mundo de las alucinaciones por la ingestión de setas.

    Las paredes del Banco Urquijo estaban acostumbradas a oír, sin inmutarse, alusiones y algo más que alusiones sobre los más variados temas, científicos o filosóficos o de alta teoría económica, pero nunca nada parecido.

    - ¿Alucinógenos?
    - Exactamente, alucinógenos.
    - ¡Pero Mr. Gordon Wasson!

       Se sonrió benignamente y añadió:

    - Podría mostrarles una película sobre ello.

    No añadió más entonces y lo dejó para la ocasión. Reunimos todo lo bueno que había alrededor de la Sociedad de Estudios y Publicaciones. No recuerdo los asistentes. Tengo en la memoria a Dámaso, a Marañón, a García Gómez. Éramos unos dieciséis o dieciocho.

    Mr. Gordon Wasson hizo la presentación de él mismo, y el comienzo de su relación española. No cupo hacerla mejor, ni en mejores ni en más justas palabras. Las imprimimos en unas hojas preciosas para las que dibujó una portada como suya, Eduardo Vicente. Aparecía el joven G. W. llegando con su maleta a la pensión de Apodaca, 4. Habría que imaginarse lo que serían en el Madrid de aquellos años -era al comienzo de la Primera Guerra europea-, sus pasos para aprender español con el teniente García, excombatiente de Cuba, sin más aula de clase que el peripatético deambular por Madrid, haciéndole pronunciar los nombres difíciles de su callejero y como lectura el Quijote. Y bien se le notaba la impronta de esta lectura en su castellano castizo. Cuando atravesaba la calle Alcalá, delante del Banco Urquijo, el teniente García le decía para que lo repitiera lentamente: "Ahora vamos a atravesar la calle frente al Banco Urquijo".

    Nos contó también cómo empezó su interés por los alucinógenos. «De un modo inesperado. Un día, en 1927, en las montañas del Estado de Nueva York, en Castskills, de pronto, mi mujer, que era de origen ruso, se lanzó corriendo tras algo que había visto en el suelo. Era como si al cabo del tiempo hubiese dado con una cosa que le tocaba en lo más hondo. El encuentro con toda una historia que iba más allá de su infancia perdida, parte sustancial de su vida y la de los suyos. Sorprendido vi que se adentró en el bosque donde había descubierto una multitud de setas "que alfombraban el suelo, dando gritos de júbilo". De ahí arrancó todo, ya que antes nunca habíamos hablado de setas para nada».

    A desentrañar los misterios de la Amanita muscaria -matamoscas- dedicó el tiempo que sus tareas profesionales le dejaban, hasta su retiro en 1963; a partir del cual no hizo otra cosa en los años que le quedaron de vida. El espléndido libro Soma muestra hasta qué punto esta dedicación fue completa y fructífera. Esa gran obra y la memoria de su padre en la edición primorosa de la Proclama de Gettysburg muestran que, en el banquero que menos se piensa, salta la liebre de un espíritu finísimo, capaz de empresas como Soma, que compensa las arideces comunes del oficio.
 

 

Librería Muscaria

Página personal de R.G. Wasson en Librería Musaria

  Libros R.G. Wasson

b_blu.gif (123 bytes) La Busca de Perséfone. Los enteógenos y los orígenes de la religión (R. G. Wasson; S. Kramrisch; C.P. Ruck; J. Ott)
Compilación de ensayos de varios autores de renombre sobre la relación de los enteógenos y diversos sistemas religiosos, sobretodo la Grecia clásica, el hinduismo y el México precolombino. Muchos artículos son una joya aun por descubrir.
b_blu.gif (123 bytes) La experiencia del éxtasis, 1955-1963. Pioneros del amanecer psiquedélico (Aldous Huxley, R.G. Wasson; Robert Graves)
Recopilación de 7 extensos ensayos sobre la experiencia enteogénica de la pluma de renombrados autores. Fundamental para acercarse a la génesis del movimiento cultural psiquedélico moderno. Contiene, entre otros, el relato del encuentro de Wasson con María Sabina. 
b_blu.gif (123 bytes) El Camino a Eleusis. Una solución al enigma de los misterios (A. Hofmann & R.G. Wasson & C.A.P. Ruck)
Renombrado ensayo sobre el uso de enteógenos en el templo de Eleusis, en la Grecia clásica. Centrado en el empleo de alcaloides del cornezuelo del centeno, este libro fue escrito por tres eminencias sobre el tema, y se ha convertido en una referencia del empleo de enteógenos en religiones antiguas.
b_blu.gif (123 bytes) Soma. The divine mushroom of immortality (R.G. Wasson)
[Idioma: Inglés] Estudio clásico acerca del Soma, la bebida sagrada de los Vedas hindúes, que Wasson acabó por identificar con la Amanita muscaria, el hongo enteogénico de los chamanes siberianos. Incluye información sobre el uso de la Amanita muscaria después de los Vedas.
b_blu.gif (123 bytes) Rusia Mushrooms and History (co-escrito con su esposa Valentina Pavlovna)
Tratado principal de las investigaciones de los Wasson, resultado de su estudio durante más de 30 años sobre la relación de los hongos con los orígenes de las religiones)
b_blu.gif (123 bytes) Teonanácatl: el hongo maravilloso. Micolatría en Mesoamérica (R. G. Wasson)
R.G. Wasson consagró este libro a sus investigaciones etnomicológicas en tierras mexicanas: desde el encuentro con María Sabina y una narración de las veladas chamánicas con hongos, hasta los completos estudios acerca del empleo de los hongos en las antiguas culturas Mesoamericanas.

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