LA DANZA DE SHIVA

por Arup

La sección "Vidas de santos" e "Historias Ejemplares" de "Radio Cibermística" presentan:

MILAGRO EN LA SIERRA DE GREDOS
(Una historia REAL, suponiendo que exista tal cosa)

Esta experiencia ejemplifica de forma bastante divertida las desvelaciones que aportó la dietilamida del ácido d-lisérgico a las mentes racionalistas y ateistas de la cultura occidental; el nacimiento de la cultura hippy y la búsqueda de maestros

Molécula de la dietilamida
del ácido d-lisérgico
Molécula de LSD-25


   
Tras las experiencias de apertura del chakra del corazón y el descubrimiento del amor divino y la devoción producidos por las presuntas Mescalinas, parte de mi grupo de amigos se fue a iniciar con Guru Maharaji. Mientras, otros amigos y yo comenzamos a asistir a los cursos que se impartían en la "Escuela Tántrica del Arco Iris" en Navarra, en las que se realizaban todo tipo de técnicas, desde la respiración "holotrópica" y la catarsis, hasta practicas muy avanzadas de tantra-yoga  y budismo zen.

    Allí, más de cien personas vivían en comunidad. Vestían ropas naranjas y arcoíris, largos cabellos y círculos en el tercer ojo. El Tantra era su forma de vida (aunque había una troupe de embarazadas que desdecía mucho del control de eyaculación de los tíos).

    La mayoría de "aspirantes" a entrar en la comunidad procedíamos del mundo de los sicodélicos. Para nosotros, entrar a formar parte de aquella sociedad utópica y alternativa era como entrar en el cielo. Desgraciadamente, éramos más de 150 pavos los que pretendíamos entrar a vivir allí; no había sitio. Así que decidieron juntar a todos los aspirantes para que nos conociéramos e hiciéramos grupos autónomos.

    Unos treinta guerreros y yo fundamos en Gredos la comunidad de Hantayó. En una finca entre pinares con una cabreriza, tiendas de campaña, trabajando desnudos en la huerta, yoga, meditación, amor libre, hogueras y tambores, agua propia... Construimos un taller de madera y cristales para hacer artesanía. Mientras, construíamos una casa en la cabreriza.

    Fue la época mas intensa de toda mi reencarnaçao, lástima que esta no tenga marcha-atrás, replay.

    Venían visitas de Madrid y nos traían "regalos" fumables o ingeribles. La comunidad estaba dividida entre puretas y pasotas. Yo estaba con ambos; me levantaba a las siete a respirar y cantar mantras con los puretas, y me iba al bar del pueblo y fumaba un canuto con los pasotas. En general, en la comuna no se tomaban drogas ni alcohol. Pero yo no paraba de dar la brasa sobre las propiedades místicas del ácido o la Mescalina (en contra de las enseñanzas del Arco Iris, que decían que te jodían el cuerpo luminoso) je je. Era "el demonio" tentando a los pobres novicios espirituales...

    El caso es que, apoyado por el grupo de los pasotas, conseguí que la comuna aceptara por mayoría dedicar un día a hacer una experiencia colectiva de LSD.

    ¡Llegó el día escogido! Dos o tres personas que no querían tomar, se fueron "de excursión" (eso es otra historia), los demás, tomamos un secante cada uno. A la hora la cosa se empezó a poner rara. Había personas que no habían tomado ninguna droga nunca, se "estrenaban" aquel día y empezaron a comportarse de forma extraña. El taller era el centro "de reunión". Estaba decorado para la ocasión con posters de Shiva, Krishna, la Devis... había inciensos, velas, sitios donde apalancarse, equipo de música, fruta, instrumentos... Era verano y la huerta estaba a tope. Un comunero pasó todo el día comiendo tomate tras tomate de las matas como si en cada bocado comiera el universo; le mirabas y le veías con el tomate... otro estuvo casi dos horas mirando un girasol (¿los habéis visto alguna vez? Sus pipas se ordenan siguiendo patrones cósmicos).

    Así estaba la cosa cuando empezamos a escuchar ruidos de motores... Yo estaba en el taller y de repente veo por los cristales un todoterreno de la guardia civil avanzando hacia la finca de la comunidad...

    ¡No puedo describir las sensaciones que tuve! Los pueblos de alrededor nos conocían. Éramos los hippies que vivían desnudos en el monte comiendo zanahorias crudas. Pero nunca nos había visitado la autoridad. Lo mas normal era asociarnos con "drogas", y era natural, por eso estabamos limpios, EXCEPTO AQUEL DIA... ¡Joder! Empecé a temblar muerto de miedo... Mientras escondía las chinas y los secantes sobrantes entre las maderas de la pared me pasaban las paranoias rápidamente por el cerebro... Todos drogados y enchironaos y el escándalo es la prensa nacional... "Comuneros del Arco Iris encontrados DROGADOS y delirando por los campos". Responsable de aquel desaguisado: El nene. Un estigma delante de toda la comunidad espiritual del Arco Iris a la que representaba...

    Temblando por dentro miré por la ventana. La Benemérita ni siquiera llevaba tricornio, sino que llevaban gorras militares "de asalto". Estaban ya dentro de la finca y una comunera que se ocupaba de la huerta se hizo cargo de ellos; era una experta siconauta, así que se manejaba bien, les estaba enseñando la huerta... Ellos era lo que venían a ver, buscaban Marihuana en la huerta, y ella les iba enseñando los bancales... Pero sólo llevaba unas bragas y una blusa, por lo que los guardias civiles miraban cada vez menos la huerta y cada vez mas las morenas piernas de la comunera...

    Los hombres que contemplábamos la escena desde el burladero del taller nos dimos cuenta de que había que intervenir, los civiles no se iban a ir nunca con aquella aparición del otro mundo que les enseñaba cada planta de pimientos como el que enseña el secreto de la creación, como un hada y con aquellas  piernas... ¡No se irían nunca!

    Pepe, Celso y yo decidimos ponernos de nuevo los huevos en su sitio y salimos al encuentro de la Benemérita. La misión estaba clara: "Había que, con toda la amabilidad y buena onda del mundo, hacer que SE LARGARAN, y que lo hicieran contentos y felices, no con la mosca detrás de la oreja"

    Nos acercamos y les estrechamos las manos y comenzamos a hablar. Pepe y yo mirábamos más allá de los uniformes, a la persona, sacando una radiografía de sus mentes para saber cómo conseguir el objetivo. Estaban viendo una datura de las que crece de forma natural en la zona, nadie la había cortado por lo bonita que era. Comentamos su belleza y peligrosidad con los guardias. Celso se pensaba que "dar buena onda" significaba sonreír todo el rato y decir a todo que si dando cabezazos como Piké. Pepe y yo teníamos ganas de darle un codazo, pues parecía el anuncio de Netol, ¡no veas cómo cantaba!

    Por fin logramos sustraer la atención de los guardias de las piernas y del taller, de donde salían extraños gritos y se escuchaba música (los novatos estaban flotando sin enterrarse de nada, cuando el destino de todos ellos estaba en juego...) Les dijimos que celebrábamos una fiesta de cumpleaños en el taller, les habíamos enseñado ya hasta el gallinero, pero ellos miraban al taller...

   Con la excusa del cumple conseguimos el objetivo y se fueron felices, a pesar de las sospechosas sonrisas de Celso. El espíritu del ácido fue nuestro aliado.

    Después de esa "hazaña" yo me sentía como si me hubieran quitado el peso del mundo de encima de los hombros.

    Al anochecer, en el taller di las gracias a Shiva por haberme dado la fuerza y la inteligencia para librarnos de aquel peligro, que hubiera destruido la comunidad.

    Varias mujeres bailaban como diosas, yo comencé también a bailar... era una danza de gratitud, era ORAR sin palabras y me sentí disolver en el movimiento de mi cuerpo, que era un instrumento movido por la melodía, era la música misma hecha movimiento...

    Entonces sentí descender sobre mi cuerpo la GRACIA que caía extática de la cabeza a los pies, resbalando por dentro y fuera de mi piel como miel cannábica... Mientras bailaba vacío de mi mismo, vi en el centro de mis manos una luz azul que cambiaba... En un momento vi y sentí unos Mandalas caleidoscópicos que irradiaban en todas las direcciones desde el centro de las palmas en movimiento... No era nadie y a la vez era todos los seres. Era Shiva, y de mis dedos salían los universos con sus soles, estrellas, y mundos llenos de vida, que chisporroteaban en el vacío hundiéndose de nuevo en el útero oscuro de la Eterna Madre, donde no existen las formas...

    Desde entonces mis manos no volvieron a ser las de antes. Sus chakras se habían despertado... Aún hoy, 19 años después, mis manos curan, y soy masajista.

    Las manos son el instrumento primario para curar, y cuando nos duele algo, enseguida nos llevamos allí la mano. Nadie nos ha enseñado a usarlas para curar, pero esa es una de sus potencialidades. Hoy día una técnica para ello esta de moda: el Reiki

    Las manos hacen música también. La música cura.

    "Nosotros curamos a la gente con música"
    (Carlos Santana)
 

    EPÍLOGO

    Al día siguiente, a las ocho de la mañana, llegó el camión lleno de bloques de hormigón para la casa que construíamos. Nos pusimos manos a la obra y descargamos el camión partiéndonos el espinazo, pero alegres y llenos de energía... ¡sin resacas! Al cruzarnos con los bloques de cemento nos mirábamos fugazmente... Un destello de unidad y complicidad brillaba en nuestros renacidos ojos.

    (A Emilio Fiel, maestro y amigo, fundador y promotor de las comunidades del Arco Iris)

    Radio Cibermística solsticio de verano 2001
    ARUP

 

Página de experiencias
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