EXPERIENCIA CON SAN PEDRO
Trichocereus pachanoi

por Erik

San Pedro (Trichocereus pachanoi) Relato de una experiencia con el cactus San Pedro, narrada al poco de acontecer la misma, con un cactus recolectado de la tierra misma en su hábitat natal.


    Para narrarles esta experiencia que tuve con el San Pedro me gustaría remontarme a unos días antes de la toma de la poción.

    Era un miércoles en vísperas de una luna llena. Ese día ya casi nos habíamos puesto de acuerdo con unos amigos para realizar una excursión a un lugar llamado los bosques de Zarate. También ese mismo día, en la mañana, estuve preparando una poción de maca. La maca, como ya les he comentado en alguna oportunidad, es el hipocólito de una planta que crece en las punas peruanas, es decir a unos 3,800 m.s.n.m. De acuerdo a estudios realizados por distintos investigadores y laboratorios, esta planta tiene propiedades vigorizantes, antistres, fertilizantes (en el hombre y animales) y es un potenciador de la libido. Además hay escritos de antiguos cronistas, de los inicios del virreinato del Perú, que indican que en algunas ocasiones el uso de la Maca estaba ligado al uso del San Pedro, el cual se realizaba durante el Pagapu, lo cual es una costumbre tradicional que viene desde la época pre-inca, y es una ofrenda a la Pachamama o madre tierra, la que, como todos sabemos, es la que nos prodiga la materia para existir y el alimento para vivir día a día. Hice hervir la Maca durante 2 horas, la dejé remojando todo un día y después la licué y con ello resultó un jugo de Maca, el cual guardé para el viaje que realizaría el día viernes.

    El jueves me puse a preparar el San Pedro. Usé un cactus que había recolectado hace un mes, más o menos, con una longitud de 1.20 mt aproximadamente de Trichocereus Pachanoi. Ya hace varios días lo había pelado y le había extraído la superficie verde para ponerla a secar y luego pulverizarla. Me quedó San Pedro pulverizado y lo puse a hervir durante dos horas y media aproximadamente, en 3 litros de agua más el jugo de medio kilo de limones (el limón peruano tiene la característica de ser muy ácido). Después lo llevé todo a la licuadora y lo resultante lo guardé en un envase. La cocción la realicé en una olla de barro y me salió 1 litro y medio de poción.

    El día viernes por la mañana acordé por teléfono encontrarme al medio día con dos amigos en un lugar llamado Chosica, que es el lugar de donde salen los microbuses que te llevan hasta un pueblo llamado San Bartolomé, el cual está ubicado en la sierra de Lima a una hora de Chosica. Llegamos al pueblo a eso de las dos de la tarde y de ahí se tiene que realizar una caminata por las montañas, la cual en total dura unas 6 horas a nuestro paso. La ascensión a la montaña la realizamos en dos partes. Avanzamos hasta las 6 de la tarde y decidimos acampar a mitad de camino y ahí nos repartimos una comida ligera. No sé por qué motivo precisamente yo me encontraba ese día con las vías nasales totalmente congestionadas; creo que fui víctima de un resfrío de orígenes psicosomáticos, ya que, por lo que sé, no me encontraba con los síntomas del virus de la gripe, y no creo que yo tuviera una alergia, porque aquella molestia me duró durante todo el viaje. Ese día no pude apreciar la belleza de la noche ni la majestuosidad de la luna llena. Permanecí en la carpa abrigado toda la noche.

    Al día siguiente retomamos la ascensión hasta los bosques, me imagino que habremos llegado a eso de las once de la mañana. Ni bien llegamos, escogimos un lugar en donde armar la carpa y nos pusimos a descansar unos momentos para luego prepararnos una sopa ligera con verduras; comimos unos panes, conseguimos agua, dimos una caminata por el lugar, conseguimos algo de leña y luego nos dispusimos a descansar.

    A eso de las 6 de la tarde nos servimos una parte del San Pedro en tres vasos distintos, primero hicimos un brindis con la Pachamama, luego otro entre nosotros y bebimos poco a poco la poción y luego nos pusimos a encender la fogata. Los primeros efectos empezaron a percibirse más o menos a una hora de la toma. En los momentos siguientes nos dio ganas de comer un poco de higos secos y unas pecanas que habíamos comprado en Chosica; estuvieron muy sabrosos y nos quedaron chicos; quedamos con la sensación de querer comer más de ellos. También tomamos un poco del jugo de Maca, al cual le habíamos agregado, el día anterior, algo de miel de abeja.

    Habíamos llevado un pequeño radio cassette en donde escuchamos algunas cintas que también habíamos llevado. La música que nos acompañó sólo las dos primeras horas de la experiencia; algo de Pink Floyd, King Crimson, Jaivas y Wara.

    Como las otras veces que he tomado San Pedro, inicialmente sentí una agradable sensación de calor interno, mucha soltura y acercamiento a mis amigos. Unas horas después, cuando ya habíamos logrado encender bien nuestra fogata, calentamos un poco más de la poción y tomamos una segunda dosis, la cual dio la sensación de intensificar rápidamente los efectos de la primera. Después de tomar el San Pedro un amigo y yo sentimos ligeras náuseas, pero luego desapareció dicha sensación.
Esta vez el Pedro actuó en mí de manera diferente a las anteriores veces que lo había experimentado; podría decir que sentí con más intensidad sus efectos psicodélicos. La experiencia duró unas 10 horas aproximadamente. Cuando ya estábamos bien chumados, nos olvidamos de nuestra fogata, nos abrigamos un poco más y nos tumbamos en el suelo a conversar y contemplar la belleza nocturna del bosque, y también nos pusimos a contemplar las siluetas que se proyectaban gracias a la luz plateada proyectada por la luna a través de las ramas de los árboles.

    Nunca he probado mezcalina pura y no sé si algún día lo haré; pero personalmente considero que los efectos del San Pedro son muy particulares, al menos diferentes a los de los hongos psiloscíbicos y a los de la ayahuasca. Con el Pedro las ideas son muy claras, uno se olvida de las preocupaciones y se experimenta una sensación de regocijo interior extremo. Aunque, como todo enteógeno, creo que los efectos interiores que produce el San Pedro, van a variar de acuerdo a cada persona y al contexto en el que se toman y a la dosis ingerida.

    Mirábamos cómo la luna se movía poco a poco a través del firmamento. Yo sentía que mis sentidos estaban sumamente amplificados, mi visión era sumamente clara y nítida y, en mi mente, las luces de las estrellas producían efectos de destellos y cuando cerraba mis ojos me sumergía en un mundo de maravillosas visones y figuras.

    Recordábamos con alegría tiempos pasados y a los amigos que en ese momento no estaban con nosotros y también nos sentíamos algo afectados por la muerte de George Harrison. Las emociones internas eran muy fuertes y muy vivaces; pero me sentía bien conmigo mismo.

    Estuvimos recostados casi toda la noche hasta momentos cercanos al amanecer, en que decidimos entrar a la carpa. Los efectos del Pedro continuaron hasta que me dormí acompañado por el cantar de las aves más madrugadoras.

    Al día siguiente nos despertamos y en realidad la pasamos muy bien los tres: dimos una breve caminata, recogimos agua, preparamos la comida y nos pusimos a descansar hasta el atardecer en que decidimos emprender nuestro viaje de retorno a casa.

    Aún ayer lunes me sentía muy sensible y aturdido por lo grotesco y caótico de la ciudad limeña y la mayoría de sus habitantes. En la tarde prendí un tronchito, y me puse a realizar un autoanalisis de mi actual situación y de lo que en breve tendré que enfrentar.

    Creo que poco a poco el San Pedro está enseñando a mi mente a usar los efectos que él produce y la verdad es que estos me gustan mucho y me gustaría compartirlos con más personas a las que yo conozca, por ejemplo con ustedes.

    Eso es más o menos lo que puedo contarles acerca de mi experiencia con esta planta maestra que durante mucho tiempo viene siendo usada, como medicina tradicional, por los pobladores de estas partes del mundo. Termino esta narración pidiendo, a todos los interesados en consumir esta planta, que cuando lo hagan, le tengan respeto y que la consuman en el momento en que realmente sientan que es el momento de hacerlo. Hasta pronto amig@s.


    Erik

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