El Abstemio y la «Liga Antialcohólica Española» (1910-1915): Una cruzada frustrada

Juan Carlos Usó

  Presentamos aquí un divertimento acerca del intento de erradicar el empleo del alcohol en España a principios del siglo XX.
  Curiosamente este movimiento fue importado por personas anglosajonas, transmitiendo un sentir que germinó en países con una fuerte industrialización, con graves problemas de alcoholismo por la evasión buscada a raíz de la mecanización del trabajo.

  En España esta propuesta tuvo una respuesta casi nula, dado que a principios del siglo XX este era un país eminentemente rural y con una escasa industrialización. 

 

    Los orígenes de la lucha contra el alcohol en España

    Durante el siglo XIX "una verdadera procesión de activistas del antialcoholismo cruzó el Atlántico en ambas direcciones" [1]. Los puntos de destino de aquellos esforzados cruzados eran EE.UU. y Gran Bretaña, aunque, en ocasiones, algunos campeones del antialcoholismo llevaron su causa más allá de las fronteras del mundo anglosajón.

    Así, en 1888 se formó en Valladolid la primera sociedad de temperancia española. Estaba inspirada por un pastor evangélico, L. Armstrong, y desde su principio tuvo un marcado carácter religioso. Pero al abandonar su fundador la ciudad castellana, la empresa moral "que con tanto entusiasmo había empezado, quedó disuelta" [2].

    Algunos años después, concretamente en 1894, recaló en Artana (Castellón) el matrimonio inglés formado por el médico Alfredo Ecroyd Russell y Ana Mª Neild Thorp, que contaba con un dilatado curriculum como militante antialcohólica. En su pueblo natal, siendo niña había fundado la «Banda de la Esperanza», una agrupación infantil contra el uso de bebidas alcohólicas. También creó la «Asociación de Mujeres Temperantes», en la que trabajó hasta 1890. Desde 1887 hasta 1892, fue representante de la «Alianza del Reino Unido», organizando, durante dos años consecutivos, los trabajos de la «Unión de Mujeres para la Abstinencia Total». Antes de venir a España, en diez años, había pronunciado alrededor de mil conferencias en más de ciento cincuenta ciudades diferentes de Gran Bretaña e Irlanda [4].

    El Manifiesto Médico Internacional contra el alcohol, firmado en 1903 por seiscientos sesenta y cuatro médicos europeos, y después por más de doscientos médicos españoles [4], junto con el aliento y entusiasmo infundidos por su mujer, animaron a A. Ecroyd a emprender una campaña contra su consumo, considerado por los activistas antialcohólicos como "la principal y más terrible plaga de la humanidad" [5]. Entre 1909 y 1910, el Dr. Ecroyd, en colaboración con el médico de Tales (Castellón), Miguel Callart Traver, editó tres folletos: Concepto médico del alcohol, Opiniones de hombres eminentes sobre el vino y La Iglesia contra el alcohol, que se distribuyeron gratuitamente, con el fin de recabar adhesiones a la causa temperante, especialmente de médicos, maestros y sacerdotes. Como anexo a los folletos se remitía el enunciado de una promesa por contraer:

Prometo abstenerme en absoluto de toda clase de bebidas que contengan alcohol (salvo prescripción Facultativa, y fomentar por cuantos medios estén a mi alcance la práctica de esta sana costumbre [6].

    En total, se recibieron más de quinientas promesas firmadas de todas las provincias, "excepto de Álava, Ávila y alguna otra".

 

     Fundación de El Abstemio y la «Liga Antialcohólica Española»

    Satisfechos por la acogida que habían tenido los folletos, los doctores Ecroyd y Gallart fundaron El Abstemio, cuyo primer número -con el subtítulo de "periódico antialcohólico"- vio la luz pública en octubre de 1910. Dicho periódico, impreso inicialmente en Valencia, se distribuyó gratuitamente entre todos los que habían adquirido el compromiso de abstinencia y todos los médicos de España.

    En vista de la acogida que tuvo el periódico, ambos médicos juzgaron conveniente formar una sociedad de temperancia que "sufragara los gastos de su publicación" [8] y acometiera 'la magna y redentora obra de redimir a nuestro pueblo de la bochornosa esclavitud a que el funesto y terrible tirano alcohol le tiene sometido' [9].

    Así, el 21 de marzo de 1911 se presentó en el Gobierno Civil de Castellón el Reglamento de la «Liga Antialcohólica Española», siendo constituida formalmente el 1 de abril, tras una primera reunión celebrada en Tales [10]. El Dr. Alfredo Ecroyd fue designado presidente de la junta Directiva provisional, que contaba con tres vicepresidencias, desempeñadas por su mujer, Ana Mª Neild, Inés Crawford y su hijo, Russell Ecroyd. El Dr. Gallart se hizo cargo de la secretaría y se nombraron quince vocales, entre los que había varios médicos: Joaquín Decref Ruiz, de Madrid, Carlos Ferrand López, inspector provincial de Sanidad de Cuenca, J. Fernández Oliva, inspector municipal de Sanidad de Uncastillo (Zaragoza), etc. En la misma reunión se nombró a Francisco Fuertes Antonino como director de El Abstemio [11] que, desde entonces, cambiaría su subtítulo por el de "órgano de la Liga Antialcohólica Española" y pasaría a imprimirse en Castellón de la Plana -con una tirada de 10.000 ejemplares- hasta el cese de su publicación, a finales de 1915 [12].

 

    Ideario e iniciativas temperantes

    La lucha contra el alcohol librada durante todo el siglo XIX en el mundo anglosajón, pasó por varias fases: "consciencia y persuasión moral; organizaciones dedicadas al antialcoholismo, y luego la prohibición total del alcohol; y, finalmente, grandes campañas dedicadas a una amplia gama de reformas sociales" [13]. Si hubo un sentimiento que palpitó y se mantuvo constante a lo largo de la cruzada fue una 'hostilidad provincial a la metrópoli, ya fuese Londres o Nueva York" [14].

    El movimiento antialcohólico en España, sin embargo, comenzó a articularse cuando en EE.UU. y Gran Bretaña ya estaba totalmente consolidado. Por lo tanto, no extraña que, incluso antes de constituirse la «Liga Antialcohólica Española», los cruzados españoles equipararan a los bebedores con "fumadores de opio, comedores de arsénico y aficionados a la morfina y cocaína" [15] y expresaran públicamente sus anhelos mediante una declaración de principios de corte resueltamente prohibicionista:

Declaremos, pues, guerra sin cuartel contra el alcoholismo, y adoptemos por lo tanto, con todos los amantes del prójimo, y todos los verdaderos patriotas que desean el bien de España el grito de guerra anglosajón: ABSTINENCIA TOTAL PARA EL INDIVIDUO, PROHIBICIÓN PARA EL ESTADO" [16].

    Según manifestaban los militantes del antialcoholismo en España, su postura se apoyaba en unas "bases científicas", a saber:

1-Que aún las pequeñas cantidades de alcohol son perniciosas, y no es alimento.
2-Que el alcohol aumenta la predisposición a enfermar y acorta la vida.
3-Que los no bebedores hacen más trabajo que los que beben, aún en moderación.
4-Que el alcohol daña a la prole y tiende a la degeneración de la raza, especialmente cuando lo beben las madres [17]

    Sin embargo, los pioneros españoles de la temperancia concedían tanto peso a esas cuatro "bases científicas" como a otras tantas "bases patrióticas", que también recogían en su reglamento:

1-Que el uso del alcohol como bebida es la principal causa de locura, pauperismo, inmoralidad y crimen.
2-Que ha sido probado que, en los países en que la venta pública de bebidas alcohólicas está prohibida, los gastos del Gobierno se reducen a la mitad.
3- Que, cuando la cantidad de dinero invertido en intoxicantes disminuye, sigue enseguida el aumento proporcional de prosperidad comercial y más fondos para el Estado.
4-Que «los males del alcoholismo son, en nuestro tiempo, más grandes que los de la guerra, la peste y el hambre» [18].

    Con todo, la finalidad de la «Liga Antialcohólica Española» se resumía en los siguientes objetivos:

1- Informar a la opinión pública sobre los peligros del uso de las bebidas alcohólicas por medio de conferencias, libros, periódicos, folletos y cuantos medios conceptúe oportunos.
2- Poner de manifiesto las ventajas de la abstinencia total e invitar incesantemente a toda clase de personas a que firmen la promesa de abstención, sin excluir edad, condición y sexo.
3- Influir cerca de los poderes públicos para conseguir de éstos cuantas medidas tiendan a la consecución de los fines que persigue la Liga; esto es, abstención para el individuo y prohibición para el Estado.
4- Fornentar la fundación de sociedades similares, inspiradas en los mismos principios de la Liga y afiliadas a ella.
5- Mantener relación con las sociedades similares, nacionales y extranjeras, y también con cualesquiera que considere oportuno.
6- Convocar, cuando estime conveniente, congresos internacionales antialcohólicos y concurrir a los que se celebren en los demás países, siempre que los fondos lo permitan, cuidando en todo caso que la Liga esté dignamente representada en los mismos.
7- Recabar el valiosísimo apoyo de la clase médica, el que seguramente no ha de faltarle, dada la índole eminentemente higiénica de esta campaña.
9- Interesar a favor de esta causa al magisterio, tanto oficial como privado, para que incluya en sus programas la enseñanza antialcohólica, desde el punto de vista científico.
10- Reunir todos aquellos datos que estime necesarios para obtener verídicas estadísticas sobre la fabricación, importación y venta de licores alcohólicos en cada provincia, así como de los crímenes, locuras y mendicidad causados directa o indirectamente por dicho consumo, y en relación también con el número de tabernas o, mejor dicho, de las facilidades de medios para beber vino, aguardiente y demás licores antialcohólicos [19].

    Para darse a conocer y llevar a cabo sus fines, la «Liga Antialcohólica Española» intentó incorporar a sus filas a figuras de reconocida influencia y prestigio social. En este sentido, consiguió la afiliación del Dr. Rafael Rodríguez Méndez, catedrático de Higiene de la Facultad de Medicina de Barcelona, ex diputado a Cortes, vicepresidente de la Federación Internacional para la prohibición de bebidas alcohólicas, fundador de la Gaceta Médica Catalana y autor de varias obras médicas, quien ocupó la presidencia de la «Liga Antialcohólica Española» entre 1911 y 1913, pasando luego a desempeñar una de sus vocalías [20].

    Así mismo, la institución en pro de la abstinencia se congratuló de manera especial al recibir la adhesión de Antolín López Peláez [21], obispo de Jaca y después arzobispo de Tarragona, quién, además de emitir una pastoral apoyando la causa antialcohólica [22] llegó a colaborar en un par de números de El Abstemio.

    A título prácticamente anecdótico, se puede destacar una iniciativa que contó también con los plácemes de la «Liga Antialcohólica Española»: el establecimiento en el pueblo castellonense de Tales, por parte de un convencido antialcohólico, del que probablemente fuera el primer -y, quizá, único- café sin alcohol abierto en toda España, cuyo propietario, además, vetó la disputa de juegos prohibidos de azar en el mismo [24].

 

    El fracaso del movimiento antialcohólico en España

    No obstante, así como en pocos meses, previos a la fundación de El Abstemio y la «Liga Antialcohólica Española», se habían recibido más de quinientas firmas contrayendo la promesa de abstinencia total y adhiriéndose al movimiento temperante, transcurridos casi cuatro años, el número de firmas no superaba el millar [25].

    Por otra parte, en agosto de 1913, el director de El Abstemio se lamentaba amargamente ante el hecho de que muchas personas, con inquietudes antialcohólicas, ignoraran a esas alturas la existencia en España de una organización defensora de la abstinencia a ultranza:

Son muchos los españoles y extranjeros que se dirigen a nosotros en demanda de noticias sobre bibliografía antialcohólica. Son muchos también los que ignoran la existencia de la «Liga Antialcohólica Española».
[...]
Muchos autores de artículos publicados en importantes revistas españolas han escrito sobre alcoholismo doliéndose de la falta de una Liga Antialcohólica en nuestra nación, cuando ésta funciona por espacio de algunos años.
Y esto es vergonzoso que ocurra, y nosotros tenemos la obligación de evitarlo [...] [26].

    Cabe preguntarse qué factores pudieron determinar la escasa repercusión social de la «Liga Antialcohólica Española», cuando la tirada de El Abstemio era de 10.000 ejemplares y, además de ser gratuito, en cada uno de ellos se hacía el siguiente ruego al lector: "Después de leído tenga la bondad de entregarlo a otro" [27]. Es decir, ¿por qué cesó la publicación del periódico, languideció la sociedad temperante, que con tanto entusiasmo se había fundado en tierras castellonenses, y, en definitiva, no se consolidó en España la cruzada antialcohólica?

    En opinión de un activo abstinente, los españoles "miran con indiferencia la Liga Antialcohólica Española por estar constituida en Castellón, provincia inferior y de menos importancia" [28]. En cambio, para el presidente de la «Cooperativa Vegetariana e Barcelona», no era éste el motivo, sino que "no se ha hecho una verdadera y positiva propaganda' [29].

    Por su parte, la prensa de la época apuntaba otras razones donde fundar el escepticismo general provocado por esta iniciativa contra el alcohol:

Aplaudimos sin reservas estas elevadas aspiraciones; si bien se nos alcanza que no es España el país donde tales campañas sean de una imperiosa necesidad, porque en nuestra nación tiene el alcohol un número insignificante de habituales, si lo comparamos con la cantidad verdaderamente abrumadora de bebedores empedernidos que tienen otros países [...]
Debemos notar asimismo que, desde el punto de vista económico, esta campaña decidida en pro de una absoluta abstinencia podría causar algún perjuicio a una región como la nuestra, que cuenta entre sus principales producciones la del vino. Acaso más conveniente fuera para el interés general substituir estas predicaciones en favor de la completa abstinencia por algunas recomendaciones y consejos, invitando a la templanza y a la moderación en el uso del vino [30].

    El hecho de que el movimiento temperante llegara a España tardíamente, cuando en el marco cultural anglosajón ya hacía décadas que estaba totalmente arraigado, así como la nutrida presencia de personas de origen británico (Alfredo Ecroyd, Ana Mª Neild, Inés Crawford, Russel Ecroyd, Sarah Waterfall, Maud West, María Thorp, Priscilla H. Peckover, Eduardo Neild, Arturo Backhouse, María Carr, Roberto Leslie Ridge, Inés Neild, Leonard Clayton Ridge, Guy Hayler, James Herbert Midgeley, Percy J. Buffard, la señora Blatherwick, el reverendo J. E. Briggs, etc.) en el seno de la «Liga Antialconólica Española», posiblemente determinaran que, a ciertos niveles, la cruzada contra el alcohol fuera contemplada como una iniciativa exótica y pintoresca, propia de anglosajones. Lo que parece seguro es que el fallecimiento de Ana Mª Neilpd [31], verdadera impulsara y alma mater de la cruzada en favor de la sobriedad obligatoria, aceleró la desaparición tanto de la «Liga Antialcohólica Española» como del periódico El Abstemio.

    Sin embargo, aparte de estas causas, que podríamos considerar específicas, concurrieron otras causas genéricas que motivaron el fracaso del modelo antialcohólico anglosajón en su intento de ser implantado en España.

    En EE.UU. y Gran Bretaña las organizaciones antialcohólicas ofrecían un cauce para el activismo religioso, el autodidactismo y la mejora laboral y social en el ámbito de la comunidad local. Las condecoraciones, medallas, escarapelas y demás distinciones otorgadas daban una sensación de decencia, identidad y respetabilidad. Los mítines y manifestaciones públicas, así como las reuniones sociales, ofrecían oportunidades de contactos, mejora profesional y perfeccionamiento organizativo, dando lugar, en más de un caso, a nuevas coyunturas de negocios en otros campos (decoración, industria editorial, etc.); así, puede decirse que el antialcoholismo militante "se convirtió en un auténtico modo de vida" [32].

    En otro orden de cosas, la aportación de las mujeres británicas y estadounidenses a la lucha antialcohólica fue decisiva:

Esa lucha les permitía atacar un mundo dominado por los hombres so capa de respetabilidad antialcohólica. En las tabernas las mujeres perdían dignidad y carácter y se convertían en meros objetos sexuales. Los bares norteamericanos solían tener imágenes lascivas de mujeres alusivas a la prostitución. Esto era un símbolo de la doble moral masculina, porque, además, atacaba la institución matrimonial estable v civilizadora [33].

    El antialcoholismo anglosajón se nutría de un fuerte movimiento rural "matizado por antipatía a los valores de la nueva vida urbana" [34] en los grandes núcleos de población industrializados, donde solían manifestarse brotes de tensión social vinculados a minorías raciales, inmigrantes y marginados. Se trataba de importantes segmentos de población a los cuales, los prejuicios de los activistas antialcohólicos -troquelados con la impronta del fundamentalismo-, asociaban de modo permanente con el abuso de bebidas alcohólicas.

    Por el contrario, a principios del siglo XX, el Estado español configuraba una sociedad eminentemente rural y agraria -con alguna salvedad en Cataluña v el País Vasco-, dominada por el arcaísmo v caracterizada por un estancamiento secular. Una sociedad que todavía no percibía las ciudades -ni muy industrializadas, ni demasiado populosas- como focos de corrupción babilónica, sino, más bien, como símbolos de progreso y modernidad. Se trataba también, de una sociedad ajena a tensiones sociales relacionadas con la presencia de minorías raciales e inmigrantes, en la que, además, la mujer vivía totalmente subyugada a la autoridad del padre o marido. Este hecho hacía prácticamente imposible que las mujeres españolas pudieran desempeñar, con respecto al antialcoholismo, el mismo papel de las mujeres anglosajonas, las cuales, a esas alturas, ya gozaban de cierta emancipación.

    En el Estado español, pues, algunos prohibicionistas británicos, junto con médicos autóctonos, consiguieron despertar la alarma de ciertos sectores fundamentalistas ante el consumo de alcohol, pero no hubo un verdadero entendimiento entre los líderes de la tendencia institucional (representada por los colegios de médicos y farmacéuticos) y los próceres morales del antialcoholismo, por lo cual nunca llegaron a darse las condiciones mínimas necesarias que cristalizaran, como en el caso estadounidense, en la prohibición total de las bebidas alcohólicas [35], tras la entrada en vigor de la Ley Volstead, más conocida como Ley Seca.

    Desde luego, en España no se produjeron cambios legislativos drásticos que afectaran la venta y consumo de alcohol, aunque sí se adoptaron varias medidas de escasa relevancia. Así, por ejemplo, el ministro de la Gobernación, Juan de la Cierva, antes de constituirse la «Liga Antialcohólica Española», concretamente entre 1907 y 1909, ya había ordenado el cierre de las tabernas en domingo, destinando también 1.500 pesetas para "premios de propaganda contra el alcoholismo" [36], y en 1921 el fiscal del Tribunal Supremo, Víctor Covián Junco, propondría adelantar el horario de cierre de las tabernas, así como varias providencias para reprimir la adulteración de bebidas alcohólicas, toda vez que reconocía el consumo inmoderado de vino y licores como uno de los principales "factores sociales del delito de sangre" [37].

    Con todo, aunque en España el antialcoholismo no llegara a convertirse en un modo de vida y la lucha por imponer la abstinencia acabara fracasando, otros contaminantes peligrosos que, sin duda, constituían serias ofensivas al pudor, las buenas costumbres y la moralidad pública, se convertirían en amenazas para la integridad del Estado, cuya religión oficial –en virtud del artículo 11 de la Constitución de 1876- era la Católica-Apostólica-Romana. En consecuencia, esas otras lacras sociales mantendrían ocupados a los españoles en perseguirse a sí mismos y a sus congéneres, dando lugar a cruzadas contra las publicaciones e imágenes conceptuadas como obscenas, la prostitución, la blasfemia y, sobre todo, las drogas consideradas eufóricas [38].

 

NOTAS

(1) ASPINWALL. Bernard: El Reino Unido y América: influencia religiosa, Madrid, MAPFRE. 1992. pág. 212.

(2) PÉREZ RODRIGUEZ, Manuel: 'La temperancia en España', en El Abstemio, n.º 12, agosto-1913, pág. 2.

(3) Cfr. GALLART TRAVER. Miguel: 'D.ª Ana María Nedd de Ecroyd, en El Abstemio, n.º 17, diciembre, pág. 1.

(4) Cfr. "Reglamento de la Liga Antialcohólica Española", en El Abstemio, n.º 2, mayo-1911, pág 4.

(5) "Contra el alcoholismo, abstinencia", en El Abstemio, n.º 1, octubre-1910, pág. 4.

(6) "Reglamento de la Liga Antialcohólica Española", en El Abstemio, n.º 2, mayo-1911, pág. 4.

(7) PÉREZ RODRÍGUEZ, M. "La temperancia en España", en El Abstemio, n.º 12 agosto 1911, pág. 2.

(8) Ibid.

(9) "Presentación", en El Abstemio, n.º 1, octubre 1910, pág. 1.

(10) "Reglamento de la Liga Antialcohólica Española", en El Abstemio, n.º 2, mayo-1911, pág. 4 y PÉREZ

RODRÍGUEZ, M.: "La temperancia en España", en El Abstemio, n.º 12, agosto.1913, pág. 2.

(11) Cfr. "Llamamiento", en El Abstemio, n.º2, mayo-1911, pág. 1.

(12) En total, aparecieron diecisiete números de El Abstemio, con la siguiente periodicidad: n.º1, octubre-1910; n.º 2, mayo-1911; n.º 3, agosto-1911, n.º 4, noviembre-1911, n.º 5, febrero-1912, n.º 6, mayo-1912; n.º 7, agosto-1912; n.º 8, octubre-1912, n.º 9, noviembre-1912; n.º 10, febrero-1913; n.º 11, mayo-1913, n.º 12, agosto-1913; n.º 13, noviembre-1913, n.º 14, marzo-1914; n.º 15, junio-1914, n.º 16, abril-1915 y n.º 17, diciembre-1915. La colección completa del periódico se puede consultar en el Archivo Municipal de Castellón de la Plana.

(13) ASPINWALL, B.: El Reino Unido y América: influencia religiosa, Madrid, MAPFRE, 1992, pág. 206.

(14) Ibid.

(15) FERNÁNDEZ OLIVA, J.: "Comentarios a una epístola", en El Abstemio, n.º 10, febrero-1913, pág. 1.

(16) "Conclusión", en El Abstemio, n.º 1, octubre-1910, pág. 4.

(17) "Reglamento de la Liga Antialcohólica Española", en El Abstemio, n.º 2, mayo-1911, pág. 4.

(18) Ibid.

(19) Ibid.

(20) Cfr. FUERTES ANTONIO, Francisco: "Los campeones de la Liga". en El Abstemio. n.º4, noviembre-1911, pág. 1 y "Renovación de la Junta Directiva", en El Abstemio, n.º 10, febrero 1913, pág. 4.

(21) Cfr. FERNÁNDEZ OLIVA, J.: "El Obispo de Jaca y nuestra obra", en El Abstemio, n.º 6, mayo-1912, pág. 1; FUERTES ANTONIO, F.: "La gran cruzada", en El Abstemio, n.º 7, agosto-1912, pág. 1; FUERTES ANTONIO, F.: "Ilmo. Sr. D. Antolín López Peláez", en El Abstemio, n.º 8, octubre-1912, pág. 1 y FERNANDEZ OLIVA, J., "Un buen ejemplo", en El Abstemio, n.' 13, pág. 1.

(22) Cfr. LÓPEZ PELÁEZ, Antolín: "Pastoral al Sr. Obispo de Jaca", en El Abstemio n.º 11, mayo-1913, pág. 2-3.

(23) Cfr. LÓPEZ PELÁEZ, A.: "El alcohol y la milicia", en El Abstemio, n.º 10, febrero, 1913, pág. 3 y "Sociedades antialcohólicas", en El Abstemio, n.º 17, diciembre-1915, pág. 2-3.

(24) Cfr. ROS, José Mª.: "Un café antialcohólico", en El Abstemio, n.º 9, noviembre de 1912, pág. 2 y PÉREZ RODRÍGUEZ M.: "La temperancia en España", en El Abstemio, n.º 12, agosto 1913, pág. 2.

(25) Cfr. PÉREZ RODRÍGUEZ. M. "La temperancia en España", en El Abstemio, n.º 12, agosto-1913, pág. 2.

(26) FUERTES ANTONIO, F. "Suplicamos", en El Abstemio, n.º I2 agosto-1913, pág. 1.

(27) Dicho ruego figura en la cabecera de todos los números del periódico.

(28) ROS, J. M.: "Carta abierta", en El Abstemio, n.º 14, marzo-1914, pág. 4.

(29) VALLVERDÚ, Andrés: "Carta abierta", en El Abstemio, n.º 16, abril-1915, pág. 3.

(30) "Contra el alcoholismo", en Artes y Letras, n.º 13, 1-noviembre-1911, pág. 6.

(31) Cfr. GALLART TRAVER, M. "D.ª Ana María Neild de Ecroyd", en El Abstemio, n.º 17, diciembe1915, pág. 1.

(32) ASPINWALL, B.: El Reino Unido y América: influencia religiosa, Madrid, MAPFRE, 1992, pág. 207.

(33) Ibid., pág. 226.

(34) Ibid., pág. 207

(35) Sobre la historia del antialcoholismo anglosajón, cfr. ESCOHOTADO, Antonio: Historia general de las drogas, Madrid, Alianza, 1989, vol 2, págs. 128-132,225-230 y 268-277.

(36) AZORÍN: "La obra de un ministro", en Obras Completas, Madrid, M. Aguilar, 1947, t. III, págs. 40, 43 y 46.

(37) COVIÁN JUNCO, Víctor: Memoria elevada al Gobierno de S. M. en la solemne apertura de los Tribunales el día 15 de septiembre de 1021 por el Fiscal del Tribunal Supremo..., Madrid, Reus, 1021, pág. 19.

(38) Cfr. USO, Juan Carlos: Drogas y cultura de masas. España, 1855-1995, Madrid, Taurus, 1996.

 


Este artículo fue publicado en la revista del Ateneo de Castellón, anuario 1995-96, núm. 9, diciembre 1996, págs. 17-24.
Ha sido reproducido con el permiso del autor, Juan Carlos Usó Arenal.

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